Aumento de los trastornos de conducta en niños
1- El problema
2- Los nuevos tiranos tienen derechos
3- Analizando algunas de las causas
4- Propuestas para mejorar
1- El Problema
Lamentablemente, es una evidencia estadística que los problemas de conducta infantil y juvenil han aumentado en España durante los últimos años de forma exponencial.
Resultaba realmente excepcional, hace solo unos pocos años, recibir en la consulta padres que no sabían cómo reconducir la mala conducta de su hijo en la etapa más temprana (de 2 a 3 años). Actualmente resulta bastante habitual.
Tampoco era habitual recibir padres cuyos hijos en edad infantil (en ausencia de patología) condicionaban su vida hasta el punto que no se atrevían a salir, a pedirle, a contrariarle, etc.
Los trastornos de la conducta en niños no tan sólo han aumentado en frecuencia, sino que se están iniciando a edades más tempranas.
Algo estamos haciendo mal y no me refiero sólo a los estilos educativos de los padres sino a la confluencia en el tiempo de diversos factores culturales, sociales y económicos en base a los que se hace necesaria una reflexión en profundidad.
Una sociedad permisiva que educa a los niños en sus derechos, pero no en sus deberes, donde se ha calado de forma equívoca el lema "no poner límites" y "dejar hacer", abortando una correcta maduración. Para "no traumatizarles" se les cede, permite y ofrece todo aquello que se dice no tuvieron los padres o abuelos. Hay falta de autoridad.
Es obvio que se ha pasado de una educación de respeto, casi miedo al padre, al profesor, al conductor del autobús, o al policía, a una falta de límites, donde algunos jóvenes (los menos) quieren imponer su ley de la exigencia, de la bravuconada.
Javier Urra en "El pequeño dictador".
Este aumento de los trastornos de la conducta los vemos también en otras manifestaciones como el bullying, el maltrato, los insultos, las agresiones, en diferentes rangos de edad. Es decir, el aumento de la conducta disruptiva en niños no es un hecho aislado, sino que refleja las consecuencias de un entorno o contexto que puede afectar a personas de diferentes edades y se está materializando en diferentes fenómenos que, aunque no son nuevos, sí son más frecuentes e intensos, afectando significativamente a la población infantil y juvenil.
Curiosamente, cuando hay más información y, teóricamente más sensibilidad, acerca de la violencia de género o el maltrato en parejas, observamos un incremento preocupante de todas estas conductas por parte de los más jóvenes. Las conductas machistas también han aumentado en la población juvenil en los últimos años.
Sorprende la visión que tiene algunos jóvenes de sus relaciones sexuales o de pareja. Algunos de ellos/as ven en el otro un simple objeto de deseo material. De usar y tirar. Donde ante el más mínimo problema no hay necesidad ni capacidad para afrontar nada.
De todo ello, se concluye algo que la mayoría de culturas humanas siempre han sabido y aplicado, que es algo tan evidente como que los más pequeños deben recibir unos valores y normas desde su núcleo familiar y también desde su grupo social de referencia. Padres, familia y sociedad deben ser los modelos sobre los que los más pequeños construyan su propia persona. Cuando tanto unos como otros se desestructuran, se difuminan sus principios, los valores son relativos y predominan sus propios intereses respecto a los de las demás personas, tenemos una población de jóvenes poco maduros y instalados en el carpe diem.
Los adolescentes no están preparados para afrontar sin normas o limitaciones algunos retos evolutivos y/o sociales sobre los que se les ha hecho creer que tienen todos los derechos y pocas o ninguna obligación.
Veamos algunos de los derechos que, o les hemos hecho creer que tienen, o se los han auto otorgado una parte de los niños y adolescentes actuales y que lamentablemente han ido aumentando en número en los últimos años.
Evidentemente, obvia decir que muchos de nuestros niños y jóvenes actuales no obedecen a las características aquí mencionadas y que hacen referencia a un determinado grupo. No obstante, esto no impide nuestra preocupación delante el aumento de este colectivo que denominamos “nuevos tiranos”.
Hace poco un niño de 13 años me decía en consulta que ellos “tienen derechos” y que si insultando a un maestro consigue que lo expulsen a casa y allí puede dedicarse dos días a jugar a la Play, considera lícito este acto para defender sus intereses y/o aficiones….
Un padre me explica como después de entender que debía eliminar o limitar el tiempo de juego en la consola de su hijo (12 años) tras una expulsión del colegio por mala conducta, éste se le planta por la mañana en la puerta de su casa con mucha agresividad y le dice que no le deja ir a trabajar hasta que no le devuelva los mandos y le deje jugar….
A otro niño de (13 años) le acaban de retirar el móvil por estar permanentemente conectado. La reacción del niño es muy agresiva y empuja a la madre escaleras abajo. El niño cree que es una injusticia que le quiten un objeto que es suyo. Manifiesta que sus padres no tienen derecho a robarle nada de su propiedad….
Quizás algunos sigan creyendo que con dos azotes el tema se arregla pronto pero el problema es más complejo.
Pero veamos a nuestro criterio cuales son los factores que pueden estar propiciando y/o manteniendo muchos de los problemas de conducta que observamos en niños y jóvenes.
2- Los nuevos tiranos tienen derechos:
- Derecho a no hacer nada sin renunciar a tenerlo todo.
- Derecho a vivir muy bien sin esfuerzo.
- Derecho a enfadarse rápido con los demás, pero tener una baja capacidad para la autocrítica, la autogestión y entender el punto de vista del otro.
- Derecho a protestar y culpabilizar siempre a los otros de sus fracasos.
- Derecho a vivir el momento sin evaluar las consecuencias en el futuro inmediato o a largo plazo.
- Derecho a volver a casa cuando me apetezca, a beber, a iniciarse en las drogas, a tener sexo…
- Derecho a no tener ninguna obligación.
- Derecho a mantener sus privilegios sin hacer nada a cambio y estando dispuesto a ofender o violentarse con sus propios padres o familia para mantener sus privilegios.
- Derecho a maltratar, insultar, desobedecer, faltar al respecto al adulto (padre, maestro u otro) con el salvoconducto de que es menor y no podemos hacerle nada. Ni se nos ocurra, ya que nos avisa de que nos va a denunciar.
- Derecho a tener diferentes tecnologías que consideran de su propiedad y nadie puede arrebatarles el derecho a usarlas cuando les venga en gana y en tiempo indefinido.
3- Analizando algunas de las causas
El contexto general social
Nuestra sociedad, la familia, la forma de relacionarnos, entre otros, ha cambiado sustancialmente en pocos años. Con fuerza inusitada han irrumpido nuevos medios tecnológicos cuya constante evolución y cambios hace que no conozcamos cuáles son sus efectos reales en la población cuando ya surge un nuevo recurso que deja al anterior obsoleto.
El mundo se nos dice que está ya globalizado y la información (la buena y la mala) es accesible a todo el mundo.
Todo ello conforma un panorama totalmente nuevo que nos exige, especialmente a los que trabajamos en la salud y bienestar de familias y niños, nuevos retos y estrategias y armonía con los nuevos tiempos.
Disolución de valores y no aceptación de la jerarquía
La ausencia de unas líneas educativas claras, bien definidas.
Valores como el esfuerzo, la honestidad, la modestia, son valores que han sido relegados a la categoría de los que no sirven para nada en la sociedad actual. Hace poco un político afirmaba abiertamente, hablando de la corrupción, que no creía que hubiera casi nadie, lamentablemente, que escogiera ser honrado ante la posibilidad de ser eso o rico.
Cuando las normas no son claras y los valores en los que educamos tampoco, el siguiente paso suele ser el rechazo a cualquier jerarquía. Esto para la población más joven, suele ser nefasto ya que induce a un crecimiento y maduración psicológica inadecuada.
El modelo parental: ¿Es usted coherente con lo que le pide a su hijo?
No tan solo necesitamos recuperar valores sino que, como padres, maestros u otros educadores, debemos intentar ser coherentes con esos principios que enseñamos. Los niños aprenden más por lo que ven que hacen sus figuras de referencia que por lo que nos empeñamos en razonarles.
Las nuevas estructuras familiares
La sociedad actual ya no sólo se compone de la familia tradicional sino de variedad de modelos. No obstante, se ha observado en los últimos años el aumento de separaciones, divorcios, etc. Todo ello, ha propiciado el fenómeno de la reestructuración de algunas familias, lo que supone que se ha podido formar una nueva pareja, después de otras relaciones anteriores, pero que cada miembro tiene hijos con sus parejas previas. Estas familias tienen el reto de conciliar su propia vida personal con la crianza saludable de sus hijos. Hijos que de alguna manera deben aprender a funcionar con los padres biológicos, pero también con terceras personas.
La sobreprotección
Este es un mal muy extendido en la sociedad actual y sobre el que debemos ser conscientes y tomar medidas.
Muchos padres dedican demasiado tiempo y esfuerzo al trabajo, probablemente para mantener un cierto nivel de vida, en unos momentos económicos complicados e inciertos donde no podemos relajarnos. Ello conlleva el coste de no poder estar demasiado tiempo con nuestros hijos o establecer vínculos afectivos adecuados.
La sobreprotección surge cuando, en parte, intentamos compensar nuestra falta de atención hacia ellos, llenándoles de actividades, caprichos, bienes materiales y, especialmente, no ser capaces de establecer límites, ya que el poco tiempo que estamos con ellos, creemos falsamente que debemos compensarles con toda clase de beneficios, perdiendo de vista nuestro deber principal que es educarles.
A veces, también ocurre que los exculpamos de cualquier responsabilidad demasiado pronto. Tendemos a ver en los “otros” (amigos, maestros, escuela…) los culpables de que nuestro hijo no estudie, se comporte mal o sea un perpetuo insolente con todo el mundo. De esta forma, consolidamos en nuestros hijos que ellos no tienen culpa de nada hagan lo que hagan y que todo les está permitido. Si ese es el caso, pondremos las primeras piedras para un perfecto tirano.
Ver: Como crear un tirano
La pobre vinculación emocional:
Los escasos tiempos de relación con los hijos antes mencionados, no ayudan tampoco a establecer vínculos emocionales sanos. El apego adecuado es una de las estructuras más importantes en el desarrollo de un niño psicológicamente sano.
No se trata tanto de cantidad del tiempo que podemos estar con nuestros hijos sino la calidad de ese tiempo. El juego con ellos, saber escucharles, fomentar la inteligencia emocional, entre otros, son elementos necesarios para construir niños seguros de sí mismos.
Más información: Trabajando el vínculo afectivo con nuestros hijos.
La irrupción de las nuevas tecnologías
Considero que es uno de los elementos que más ha cambiado las generaciones actuales respecto a cómo se relacionan entre ellos y también con el resto del mundo.
Siempre hay que recordar que cualquier tecnología, normalmente, no es buena o mala por sí misma, sino que el carácter positivo o negativo se lo da el uso que unos u otros le den.
Los malintencionados, los que buscan unos beneficios económicos y/o de otro tipo sin escrúpulos morales u éticos de ningún orden, tienen en estas tecnologías, especialmente por poder hacerlo desde el anonimato, una herramienta sofisticada para ejercer el mal.
Actualmente sabemos de aplicaciones, supuestos juegos y otros que están diseñados con intenciones malvadas de favorecer en jóvenes conductas de riesgo, a veces, con propósitos auto lesivos, o de fomento de conductas extremas dirigidas hacia otros o hacia sí mismos.
Una excesiva dependencia de estas tecnologías y la inmersión en lugares no adecuados, acaban por crear hábitos no saludables y difuminan la línea entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo real y lo virtual.
Todos hemos visto videos grabados por determinados jóvenes que, con la excusa de hacer una filmación divertida, no tienen freno moral y no dudan en infringir daño físico, degradante u de otro tipo a cualquier persona.
Programas “basura” en tv y otros medios
Unos medios de comunicación, primordialmente la televisión, en los que se muestran una serie de conductas violentas, a veces con contenido sexual explícito, puede provocar en los menores una sensación de atenuación de la gravedad de la situación.
Hay series en clave cómica que ofrecen unos personajes despóticos, machistas, violentos, brolleros, que pueden hacer reír a los adultos, pero pueden ser nefastos como modelos de referencia para menores que suelen interiorizar como normales o simpáticos unos valores obscenos y nada saludables. Si la visualización de estas series se produce sin el acompañamiento y explicaciones de los adultos, la interiorización de valores inadecuados está servida.
Otras series para adolescentes muestran a jóvenes que interactúan y se menosprecian en base de su físico o características, priorizando lo material ante cualquier otro tipo de valor humano más profundo.
Otros contenidos o información pretenden, no tan solo normalizar, sino dar carácter de derecho inalienable el mantener relaciones sexuales de todo tipo como un acto más de consumo y sin restricciones de ningún tipo.
No obstante, no debemos desplazar toda la culpabilidad a los medios de comunicación ya que quizás sólo son el reflejo de una sociedad en la que ha aumentado el mal gusto, la inmoralidad, la falta de valores y la zafiedad.
Probablemente, habrá más razones que las aquí expuestas para justificar el aumento en niños de conductas más desafiantes y/o violentas en la actualidad. No obstante, sí es absolutamente cierto que, en general, tenemos cada vez más niños con menor tolerancia a la frustración y menos capacidad para el esfuerzo. Ello puede ser la antesala de las conductas disruptivas tanto en casa como en la escuela.
4- Algunas propuestas
La solución a todo ello no pasa por el simplismo de efectuar solo más cursos de formación o reeducación. Se hace necesario una revisión en profundidad de los referentes sociales, las estructuras educativas y familiares.
Hace falta recuperar principios, un orden, una coherencia. No podemos seguir trasladando a los más pequeños que pueden hacer y tener lo que les venga en gana y que el padre o la madre no tienen ningún tipo de superioridad sobre ellos en las decisiones.
Hay que trabajar en la línea de:
1- Recuperación de la figura de autoridad
Podemos discutir cuales son los valores que debemos transmitir a nuestros hijos, pero considero negligente el hecho de que no haya orden o reglas mínimas por parte de los padres, maestros u otras figuras adultas.
¿Acaso podría un niño que ha crecido sin reglas y normas mínimas, llegar a la etapa adulta sin tener serios problemas para acatar y cumplir las órdenes de su jefe en el trabajo o en cualquier otra actividad?
Los niños necesitan una estructura coherente, previsible. Esto les ayudará a conocerse e incluso a estar más seguros de hacia dónde quieren ir.
No hay que olvidar que las estructuras cerebrales que sustentan el “razonamiento humano” no están del todo consolidadas hasta al menos los 20 o más años. Por tanto, podemos esperar de nuestros jóvenes que entiendan nuestros razonamientos, pero no tendremos ninguna certeza que los lleven a la práctica, ya que siempre podrán más las hormonas (adolescentes) y/o la presión de grupo conjuntamente con otros factores sociales (modas, tendencias, etc.) del momento.
Lo que hará fuertes a nuestros hijos en el futuro no es haber crecido sin normas, sino haber aprendido a acatarlas. No es tanto la validez que puedan tener esas reglas, sino el hecho de hacer el ejercicio de asimilar y tolerar la disciplina, que luego nos va ser muy necesaria para no frustrarse rápidamente cuando alguien nos pida alguna cosa o la vida no se desarrolle puntualmente como desearíamos.
2- Recuperar vínculos afectivos saludables.
Hay que incrementar los tiempos de calidad con nuestros hijos. No es tanto un problema de cantidad sino de crear espacios donde podamos escuchar, expresar y entender las emociones como parte importante de nuestro desarrollo como personas.
Ver:
Diario emocional
Trabajando el vinculo afectivo con nuestros hijosPeligros de las nuevas tecnologías
3- Educar a partir de modelos coherentes y seguros.
Los niños aprenden de los padres, de los adultos, de lo que ven en su entorno. Desgraciadamente, mucho de lo que observan no es lo mejor para su desarrollo. No obstante, si sus padres o educadores están ahí para explicárselo desde la perspectiva correcta, el niño lo puede encajar con mayor normalidad.
Hay que ser coherentes con lo que les pedimos. Si en casa los adultos utilizan mucho los dispositivos tecnológicos, hablamos poco en familia o no somos capaces de explicarnos cómo ha ido el día, no hace falta que se lo preguntemos al niño/a.
Si como adultos nos enfadamos a la primera de cambió, perdemos los nervios e insultamos fácilmente a otros y el niño nos observa, aprenderá que esta forma de comportamiento es relativamente “normal” y el la interiorizará y podrá utilizarla cuando le parezca contra los propios padres.
Si le pedimos que no chille, que estudie, que se esfuerce, pero nosotros mismos como padres no hacemos nada de ello, sembramos en nuestros hijos más de lo mismo.
4- Regular las tecnologías y contenidos tv.
Las tecnologías ofrecen grandes posibilidades para el aprendizaje, la cultura, comunicación, etc. pero también se puede dar un abuso o mal uso de ellas, llegando a provocar efectos devastadores sobre la población más joven. Desde adicciones, acoso, ciberbullying, grooming, agresividad o falta de interés por cosas que antes interesaban (deporte, ocio, amigos, etc.).
Según la edad del niño/a hay que regular los tiempos en las tecnologías y, en todo caso, supeditarlas al trabajo previo (realizar deberes o trabajo en casa) y también con la realización de actividades en el mundo real (deporte, salidas amigos, actividades extraescolares, etc.).
Ver: Peligros de las nuevas tecnologías
Ver también: 10 consejos para crear un tirano en casa
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