Aumentar la autoestima en niños

1- Introducción

Podemos definir la Autoestima como un conjunto de emociones y pensamientos internos que determinan la imagen que tenemos de nosotros mismos y la forma con la que nos autojuzgamos.

La sociedad actual no se lo pone fácil a los más pequeños. Multitud de mensajes publicitarios y programas televisivos ensalzan los valores del ganador y la frustración de los perdedores. Hay que ganar siempre y tener cualquier cosa material al momento.
No hay casi oportunidades para aprender que las “derrotas” y el no tenerlo todo rápido y sin esfuerzo, forman parte de la vida y seguramente parte esencial del crecimiento personal de cada individuo. Todo ello puede afectar tempranamente la autoestima.

Es evidente que una autoestima positiva constituye un pilar fundamental para el desarrollo de una personalidad sana, segura de sí misma y, por tanto, eficiente en todos los terrenos, ya sea el académico, afectivo, social o laboral. Es la base sobre la que se construye el equilibrio personal y la salud psicológica de cada individuo.
Por el contrario, una baja autoestima supone una percepción negativa de uno mismo, de sus posibilidades de afrontar diferentes situaciones y una visión negativa del futuro próximo que se sustenta en la poca confianza que tenemos en nosotros mismos.
Aunque un déficit de autoestima no se considera clínicamente como un trastorno, sí se sabe a ciencia cierta, que es una de las variables predisponentes para el origen de muchos de los trastornos conductuales y/o emocionales.
El rendimiento escolar y el nivel de autoestima positivo suelen correlacionar, por el contrario, una baja autoestima se ha asociado al inicio temprano de consumo de alcohol, drogas, así como a depresión, ansiedad, inseguridad, dependencia, aislamiento y apatía general.
En esta página vamos a exponer la forma en cómo puede afectar a los niños y cuáles son los factores que deberemos tener en cuenta para construir en ellos una autoestima saludable.

2- Síntomas de una baja autoestima en niños

La autoestima se construye desde la primera infancia y como luego expondremos, dependerá mucho del entorno emocional en el que crezca el niño. Una baja autoestima puede manifestarse en los más pequeños con síntomas muy diferentes pero que tienen en común crear un gran malestar y alto sentido de incapacidad y poca gestión de las emociones, en el menor que lo sufre. Antes que nada, hay que tener en cuenta que una autoestima dañada suele venir asociada al inicio o presencia de diferentes trastornos clínicos por lo que, frecuentemente, resulta difícil aislar los síntomas propios de una baja autoestima con los que aparecen en confluencia con diferentes trastornos. Aun así, vamos a exponer una serie de características que en conjunción o no con otros problemas suelen ser habituales en este colectivo:

  • Son niños inestables. Tienden al perfeccionismo, pero rápidamente se frustran si no logran unas expectativas por lo general exageradas.
  • Pueden presentar conductas de menosprecio dirigidas a sí mismo ("soy un desastre", "nunca conseguiré lo que quiero", "nadie me quiere", etc.) con otras agresivas o de menosprecio a las figuras de referencia más próximas (padres u otros). En ocasiones, la rabia o la frustración puede tomar forma de agresiones verbales injustificadas o desmesuradas.
  • Baja tolerancia a la frustración. Abandono fácil de cualquier actividad. Mal perder. No soportan que alguien les gane en nada y se lo toman muy en serio ya que les confirma su supuesta baja capacidad para llevar a cabo cualquier tarea.
  • Cuando ganan pueden producirse situaciones discrepantes (según temperamento y entorno del niño). Desde tener una explosión de alegría, teniendo que hacérselo saber a todo el mundo a adoptar un posicionamiento escéptico o incluso creer que se le ha dejado ganar o que ha sido pura casualidad.
  • Dificultades en mantener amigos. Aquí también, una baja autoestima, puede determinar diferentes formas de actuar. Así pueden verse tentados a inventar cosas para llamar la atención, mentir para obtener mayor protagonismo. También de adoptar un rol que no les corresponde como, por ejemplo, ser el más valiente o atrevido del grupo. Así vemos que, de repente, niños tímidos y apocados con baja autoestima, cuando llegan a la adolescencia, presentan conductas de riesgo como es el consumo temprano de tabaco, alcohol, drogas u otros. Esto lo utilizan principalmente para reivindicarse delante de su grupo de iguales a falta de otros recursos más adecuados y poder verse aceptados.
  • Su funcionamiento a nivel emocional es cambiante y suelen presentar episodios de desesperanza con otros de enfado con todo el mundo. No obstante, estos estados tienen en común una falta de control y manejo por parte del propio niño que "explota" por cualquier cosa. En casa con los padres pueden llegar a convertirse, si no se actúa adecuadamente, en unos verdaderos tiranos.

3- Los mensajes verbales

Cuidado con lo que decimos:

Con cierta frecuencia asistimos a situaciones que no por ser relativamente frecuentes no dejan de ser preocupantes. Hace unos días, paseando por una zona verde, observe las recriminaciones de un padre a su hijo de unos 7 años. La familia (padres, hijo de 7 años y otro menor de la misma edad aproximadamente) se retiraban de la zona y el padre no dejaba de recriminar en voz alta a su hijo: "Siempre igual, ya estoy harto, siempre acabas liándola, no sé por qué salimos si siempre consigues que nos enfademos todos, no tienes remedio…"
He aquí un fragmento que no puede ser más brillante en el sentido de construir una baja autoestima en un niño. Probablemente el padre estaba saturado y el niño a buen seguro no era un "santo", pero a qué nos conducen esas palabras sino a perpetuar precisamente esa situación que no deseamos. El niño al final acaba creyéndose su rol y actúa en consecuencia.

4- Factores que determinan la autoestima

Los padres como espejo

Los modelos parentales, son sin duda, el principal soporte desde donde se construye una autoestima adecuada.
Sea quien fuere usted, probablemente sus padres (o las personas que le educaron) siguen siendo las personas más importantes de su vida. Su propia lucha por conseguir una buena autoestima le ha mostrado cuantas de las voces que lleva en su interior son las voces que oyó en su niñez. Los miedos, límites y sentimientos de desamparo con los que lucha hoy han estado con usted desde los primeros años.
Son sus padres quienes le hicieron verse a sí mismo como una persona competente o incompetente, estúpida o inteligente, efectiva o desamparada, indigna de cariño o estimable. Y son sus padres aquellos a quienes quiso complacer. La necesidad de su aprobación es tan intensa que la motivación para conseguir la aceptación de los padres puede proseguir después de fallecidos éstos.
Quizás la relación con sus padres no fue positiva para usted, pero no debería ser impedimento para que valore y tenga en cuenta la necesidad de construir con su hijo, independientemente de las circunstancias, un vínculo emocional estable.

Cuando los padres aceptan a sus hijos, los valoran y aprecian, dándoles un buen soporte emocional, están creando un potente escudo psicológico que les protege de por vida. Los niños que no son confortados, que no son cogidos, a los que no se les habla, mece y quiere, aprenden otras lecciones acerca de su valía. Aprenden que su llanto de malestar no proporciona alivio. Aprenden la desesperanza. Aprenden que no son importantes. Éstas son las primeras lecciones de una baja autoestima.
Al crecer, los niños tienen otros espejos que les muestran quienes son. Maestros, amigos y cuidadores desempeñan este papel, pero un niño volverá al reflejo del espejo que le dieron sus padres en relación a su bondad, importancia y valía básica.
El proporcionar un espejo positivo a sus hijos no significa que aprueba todo lo que hacen o que les haya de dejar dirigir la familia. Hay una forma de criar niños socializados y razonables con una fuerte autoestima. Esto exige cuidar a su hijo, cuidar de usted y cuidar sus pautas de comunicación.

Reflexión:

El mito del martir:

A menudo se considera como un ideal la imagen del padre autosacrificado. El buen padre da todo por sus hijos, a no importa qué precio. La buena madre nunca tiene un respiro y no tiene amigos o actividades fuera de casa. Los buenos padres tienen necesidades que pueden ser ignoradas, pospuestas y olvidadas. ¿Es esto realmente ideal? De hecho, es lo contrario. Unos padres hiperestresados y cargados suelen estar irritables, resentidos y deprimidos. Igual que no puede conducir un coche sin parar en algún momento a poner gasolina, no puede seguir entregándose a los hijos sin repostar emocionalmente. El cuidar de uno mismo le proporciona a uno la capacidad de cuidar de los propios hijos. Una merienda con los amigos, una cena con su marido o esposa, una clase de gimnasia semanal o incluso una hora de estar solo en un banco con un buen libro pueden permitirle volver a su labor paterna con más energía, interés y paciencia.
(M. McKay y P.Fanning; Autoestima: Evaluación y mejora)

La genética

La autoestima es algo que no se nace con ello, sino que se construye a partir de las primeras experiencias con la familia y el entorno. Aun pudiendo estar la mayoría de las personas de acuerdo con ello, hay que señalar, que ciertas características del temperamento de origen genético mantienen una cierta relación con la capacidad del niño para generar un determinado tipo de autoestima.

Niños que tienen un temperamento retraído, tímido, con dificultades en las primeras relaciones sociales son más vulnerables a presentar una baja autoestima. Los niños con alto nivel de ansiedad o miedos pueden ser también candidatos. Más tarde, en la escuela, los que pese a ser inteligentes, presentan dificultades en alguno de los aprendizajes, son más proclives a generar baja autoestima. No obstante, en todos estos casos, la variable fundamental, siguen siendo los modelos parentales y su forma de hacer frente a estos retos.

Las experiencias vitales

La construcción de la autoestima viene a ser como una carrera de obstáculos, en los que cada vez que se consigue un nivel, la confianza y seguridad en uno mismo aumenta, por lo que el niño se ve capaz de asumir otro de mayor dificultad.
Por el contrario, si el niño sistemáticamente ve frustrado sus objetivos (obtener reconocimiento o cariño, ser aceptado por sus compañeros, no superar exámenes, etc.) la dinámica es completamente al revés, especialmente si se ha esforzado para ello. Entonces se percibe como incapaz de cambiar nada por mucho que haga. Todo le viene impuesto (Indefensión Aprendida) y es inútil seguir luchando. El niño percibe erróneamente que ya no puede cambiar nada y que esto sucederá siempre irremediablemente.

5- Cómo aumentar la autoestima:

  • Recuerde que la mejor manera de construir una buena autoestima en sus hijos es proporcionarles como padres unos modelos coherentes con lo que les sugerimos o pedimos. Por tanto, deberíamos como padres hacernos algunas preguntas antes: ¿Somos como padres capaces de transmitir seguridad? o nos ven cada día enfadados, discutiendo o renegando de lo poco que nos gusta nuestro trabajo y lo mal que nos tratan. ¿Sabemos esforzarnos y buscar soluciones? Nos cansamos de decirles que deben esforzarse, pero ¿ven en nosotros esfuerzo y dedicación a ellos? ¿Observan en nosotros que en lugar de discutir a gritos somos capaces de encontrar soluciones? ¿Somos capaces de alabar lo que hacen bien o sólo nos hacemos notar cuando hay que castigarles?
  • Si el niño/a presenta ya una baja autoestima es importante que intente averiguar sus causas, aunque normalmente suelen darse la confluencia de varios factores. Por ejemplo ¿Ha disminuido su rendimiento escolar? ¿Hay algún problema en su entorno o con sus compañeros en el colegio? ¿Se han burlado de él o ella?
  • Trabaje las emociones. No tan solo refuerce con palabras (bien, campeón, súper, etc.) sino con emociones (mama, papa está muy satisfecho/a de ti, no sabes lo feliz que me haces sentir…).
  • Hágale saber y refuerce todos sus aspectos positivos. Cuando haya que mejorar en algún aspecto cambie lo de conducta negativa por lo de "conducta a mejorar". Las formas de los mensajes también son importantes.
  • Dele a su hijo la oportunidad para enseñarles sus habilidades con frecuencia. Dedique un tiempo para que le muestre sus dibujos, trabajos, construcciones, etc. Interesarse por lo que hace es una forma muy eficaz de que el niño se sienta competente pero no sobreactúe creando unas expectativas irreales en el niño.
  • Escuche activamente. Préstele toda la atención en todas las ocasiones que pueda. Aunque el mensaje pueda parecerle irrelevante, puede que para su hijo/a sea muy importante. Lo que interesa ahora es que el niño perciba que es escuchado. Ello aumenta su seguridad emocional.
  • Evite la sobreprotección o una excesiva dependencia del niño sobre usted. Ello acaba provocando inseguridad. Trabaje su autonomía en todos los aspectos. Eso le hará fuerte. A medida que lo permite cada nivel de edad el niño puede ir asumiendo pequeñas responsabilidades en casa.

6- Ejemplos de comunicación positiva

Los siguientes ejemplos contrastan un estilo de respuesta inadecuada con una alternativa que respeta y fomenta la autoestima en niños por parte de sus padres al tiempo que les permite marcar límites.
Cada una de las cinco típicas reacciones de enfado va seguido de ejemplos de cómo puede usted cambiar la forma de expresar para que pueda comunicar la idea de forma clara y respetuosa, sin insulto, enojo o rechazo.

Comunicación inadecuada: ¡Qué lío! Vives como un cerdo. (Epítetos negativos.)
Lenguaje de la autoestima: Veo ropas, libros y juguetes por toda la habitación (descripción de la conducta). Cuando tu habitación esta ordenada tienes más sitio para jugar (razón para el cambio conductual). Probablemente no sabes por dónde empezar (reconocimiento de sentimientos). Quiero que en la próxima media hora pongas la ropa en el armario, los libros en el pupitre y los juguetes en su sitio (enunciado de expectativa).

Comunicación inadecuada: ¡Deja de molestarme! ¿Es que no puedes jugar nunca solo? (Rechazo.)
Lenguaje de la autoestima: Me has estado siguiendo por toda la casa (descripción de la conducta). Tengo que hacer una llamada muy importante (razón del cambio conductual). Sé que te prometí salir hoy a comprar el material escolar después de trabajar (reconocimiento de sentimientos). Necesito que juegues tranquilamente mientras hablo por teléfono, y luego saldremos a comprar (enunciado de expectativa).

Comunicación inadecuada: ¡Para quieto, monstruito! (Epíteto negativo.)
Lenguaje de la autoestima: Estás pegando a María (descripción de conducta). Eso le hace daño (razón del cambio conductual). Veo que te enfadas cuando se lleva tus juguetes (reconocimiento de sentimientos). Aquí no se permite pegar (enunciado de expectativa).

Comunicación inadecuada: ¿No te puedes estar quieto? Sigue así y tendremos un accidente. (Amenaza.)
Lenguaje de la autoestima: Estás saltando mucho y haciendo mucho ruido en el coche (descripción de la conducta). No puedo conducir segura con toda esta distracción (razón del cambio conductual). Sé que es difícil estar sentado tanto tiempo (reconocimiento de sentimientos). Espero que os pongáis los cinturones y habléis tranquilamente hasta que paremos a comer (enunciado de expectativa).

Comunicación inadecuada: No piensas más que en ti. (Hipergeneralización.)
Lenguaje de la autoestima: Me prometiste que te quedarías hoy de canguro, pero ahora quieres ir a la fiesta de Marta (descripción de la conducta). Papá y yo tenemos entradas para esta noche y contábamos contigo (razón del cambio conductual). Puedo ver qué decepcionado te quedas por no ir a la fiesta (reconocimiento de sentimientos). Pero espero que mantengas tu promesa y te quedes en casa con tu hermano (enunciado de expectativa).

(M.Mckay y P.Fanning en Autoestima: Evaluación y mejora)

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Otros enlaces:

Como motivar a los niños a estudiar Trabajando el vínculo afectivo con nuestros hijos Las pesadillas y los terrores nocturnos Control conducta infantil

A tener en cuenta:

Los contenidos de esta web sólo tienen carácter de información general. Dicha información no debe ser utilizada con fines diagnósticos o de tratamiento. Sólo el profesional de la salud pertinente está facultado para tomar las decisiones adecuadas tras la evaluación del caso concreto.

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