Estamos asistiendo a un aumento significativo de demanda de orientaciones a profesionales de la salud infantil por parte de padres, respecto a hijos que, desde muy pequeños, dicen no sentirse identificados con el género que la naturaleza les ha predeterminado y sienten la necesidad de comportarse, jugar o vestir, por mencionar algunos aspectos, tal como lo harían las personas del otro género (niños como niñas o viceversa). La emisión de diferentes programas de televisión y el hecho de que algunos casos salgan a la luz pública, conjuntamente con las reivindicaciones de algunos colectivos e ideologías, han producido un incremento en el conocimiento de esta realidad, pero también de los retos y dudas que se nos plantean al respecto como padres o profesionales de la salud. Sigue habiendo una cierta confusión relativa a diferentes nombres o “patologías” que actualmente o en su momento se dio a este tipo de fenómeno. En primer lugar, hay que recordar que la palabra transexual o Trastorno de la identidad sexual (de los antiguos manuales clasificatorios) nunca fue aplicable a niños ya que se refería siempre a adultos que tenían ya desarrollada su sexualidad. Por otra parte, pensar que, por ejemplo, el niño que se siente “niña” nos está indicando que va a desarrollar una homosexualidad, es también incorrecto. No se trata, en niños, que le gusten los chicos cuando actúa como niña, sino que algo dentro de él le empuja de forma completamente natural a hacerlo así. Es decir, sencillamente le atrae o se siente bien en el mundo femenino y no suele haber causa exógena que lo justifique.
2- Síntomas de la Disforia de género:
Mensajes reiterados y persistentes de que pertenece al otro género aun cuando los rasgos físicos y biológicos son los del género con que ha nacido.
De forma muy clara prefiere relacionarse con compañeros/as del sexo con el que se identifica.
Rechazo a juegos, juguetes o actividades que se relacionan con el género no deseado.
Tendencia a imitar conductas del sexo con el que se identifica a pesar de que le cree algunos problemas. Por ejemplo, en niños negarse a hacer pipí de pie o en niñas a hacerlo sentada.
Suele aparecer rechazo a sus genitales y el deseo de deshacerse de ellos o "cambiarlos".
Suelen tener muy arraigada la creencia de que con el paso de tiempo estas tendencias no van a cambiar.
Temor a la llegada de la adolescencia que es cuando los cambios hormonales pueden determinar la exageración de los rasgos del género que no desean (chicas que quieren ser chicos que le crezcan los pechos).
3- Cerebro masculino - Cerebro femenino:
Algunos estudios, aún insuficientes y basados en las nuevas técnicas de Resonancia y TAC, empiezan a hablar del “cerebro masculino” y el cerebro femenino” dado que han encontrado algunas diferencias estructurales o anatómicas en los cerebros de personas homosexuales respecto a los grupos heterosexuales. También entre transexuales y personas que no presentan problemas con su género. Esto supondría que algunas personas, pese a tener un género biológicamente establecido, pueden tener anatómicamente predeterminado un cerebro incongruente con su género.
Dimorfismos sexuales como explicación:
En un estudio realizado en España por el doctor Antonio Guillamón, investigador del Grupo de Diferenciación Sexual del Cerebro, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, concluye que:
"Los transexuales presentan modificaciones cerebrales en dirección del sexo (género) al que quieren pertenecer"
Guillamón llegó a esa conclusión tras comparar a través de estudios de resonancia magnética los cerebros de personas transexuales de mujer a varón y transexuales de varón a mujer (ninguna de los cuales había recibido tratamiento hormonal masculinizante o desmasculinizante, respectivamente), y de varones y mujeres sin problemas de identidad de género.
Estas estructuras diferenciales se encontraron en la sustancia blanca del cerebro.
"En una serie de fascículos cerebrales que están implicados en conductas cognitivas y emocionales se encontró que, antes del tratamiento hormonal, las personas transexuales de mujer a hombre tienen masculinizados esos fascículos mientras que los transexuales de hombre a mujer los presentan desmasculinizados", explicó Guillamón.
"Ninguna de las estructuras cerebrales mencionadas en el estudio pareciera estar directamente vinculada con la identidad sexual, pero sí están vinculadas con la imagen corporal"
Otros estudios (Vanka Savic y Stefan Arver en Oxford Journals) concluyen que: Se han encontrado, a partir de estudios con resonancia magnética (RM), rasgos de dimorfismo sexual en varias regiones del cerebro. En general, se informó que las mujeres tienen un mayor volumen del hipocampo, núcleo caudado, y la circunvolución cingulada anterior. Por el contrario, los volúmenes relativos de la amígdala son mayores en los hombres.
4- Posibles causas:
Aunque deben efectuarse nuevos estudios, parece evidente la existencia de los dimorfismos antes señalados y que pueden generar esa sensación, ya desde muy pequeños, de identificación y pertenencia a un determinado género independientemente con el que han nacido. Pero ¿cuál es la causa por lo que un cerebro se feminiza o masculiniza en sentido contrario al género de nacimiento? Actualmente se barajan diferentes causas potenciales que pueden determinar la Disforia de género. Entre ellas, las más comunes, son las que hacen referencia a cambios hormonales, o a un mal funcionamiento de las mismas en la etapa embrionaria debido a cualquier causa. La exposición a sustancias estrogénicas o insensibilidad a los andrógenos se señalan también como posibles causas. Otro factor que se señala es el de la anomalía cromosómica. Todo ello por lo que hace referencia a causas endógenas. Finalmente, debemos mencionar algunos factores externos que también pueden formar parte de la génesis de la disforia de género. Entre ellos una crianza inadecuada con unos modelos parentales inestables, inseguros o un entorno emocionalmente desestructurado.
¿La disforia de género en niños es temporal o no?
Sin duda, es la pregunta que más se repite por parte de los padres de niños con disforia de género. Averiguar si eso forma parte de una etapa del desarrollo o se va mantener a lo largo de todo el ciclo evolutivo, tiene implicaciones importantes a la hora de saber qué tenemos que hacer. Desafortunadamente, no hay forma de saberlo con seguridad. Si analizamos los datos de distintas instituciones y profesionales, una conclusión clara es la de que no podemos afirmar que todos los niños/as que en la etapa infantil muestre disforia de género consoliden inevitablemente esa tendencia en la adolescencia o adultez.
Los que nos dedicamos a la Psicologia infantil sabemos que tenemos que ser extremadamente cautelosos con las etiquetes y/o “diagnósticos” en la etapa infantil así como dar por hecho lo que va a suceder en el futuro. También con el tipo de intervención que debemos llevar a cabo. Hay niños que pueden desarrollar cambios en su maduración o crecimiento que hacen que las suposiciones o hipótesis anteriores queden completamente desacreditadas. Por tanto, el sentido común y la prudencia deberían imponerse más allá de modas o ideologías, vengan de donde vengan.
Todo ello no quiere decir que haya niños/as que confirmen esa necesidad de pertenecer al otro género y, a medida que se hacen mayores, tengan la necesidad imperiosa de cambiar su aspecto o incluso su cuerpo.
A continuación, se muestran algunos datos y opiniones al respecto
Algunos estudios sobre seguimiento de la disforia de género:
En un artículo publicado en The Wall Street Journal, el profesor McHugh escribe: "Cuando se hizo un seguimiento de menores que habían afirmado sentirse transexuales -y no sometidos a tratamientos médicos o quirúrgicos- en la Universidad Vanderbilt y en la Clínica Portman de Londres, entre el 70 y el 80 por ciento de ellos dejó de tener esa sensación de manera espontánea". También existen tratamientos orientados a que los niños se sientan cómodos con su sexo biológico, en vez de estimular su disforia de género. El psicólogo y especialista en identidad de género Ken Zucker, del Centro de Adicciones y Salud Mental de Toronto, ofrece dicho tratamiento. Su clínica también ha observado un aumento en el número de niños confusos respecto a su sexo.
Según el DSM-V, hasta un 98% de niños con género confuso y hasta un 88% de niñas con género confuso aceptan finalmente su sexo biológico tras pasar la pubertad de forma natural.
El Hospital Johns Hopkins, pionero en operaciones de cambio de sexo en la década de los 60, descubrió que en realidad no suponían ninguna ventaja significativa, así que en los años 70 dejó de practicar dicha cirugía. La mayoría de las personas que se operaron estaban "satisfechas", pero aun así tenían problemas; el equipo decidió que el resultado no justificaba amputar órganos que no tuviesen problemas.
Sólo el 15% de los niños con disforia de género termina siendo transexual
De hecho, no se puede hablar de que un niño o niña sea transexual porque, como explica Juana Martínez Tudela, especialista en Psicología Clínica de esta unidad del hospital Carlos Haya, "todos los manuales de clasificación diagnóstica, todos, dicen que el transexualismo es en la edad adulta".
En la infancia lo que hay es disforia de género, según esta experta, es decir, "un trastorno de la identidad sexual cuando se es menor". Ya hay diferencias. ¿Puede aparecer siendo tan pequeños? "Claro que sí, desde los cinco años e incluso menores", sostiene Martínez. Pueden aparecer manifestaciones corportamentales, o lo que es lo mismo, que un niño se comporte como si fuera una niña y viceversa, por lo que hay que valorar y hacer un seguimiento para ver cómo se van desarrollando hasta llegar a la pubertad.
En esta etapa de la vida se producen muchos cambios y variaciones. Físicas y también sexuales. "Al llegar a una edad determinada, esos comportamientos de género cruzados pueden desaparecer", asegura esta experta. Para reforzar esta afirmación recurre a estudios internacionales, que aseguran que el 85% de los niños diagnosticados de disforia de género en la infancia dejan de tener este trastorno cuando crecen. "Y es una cifra significativa", añade.
¿En quiénes persiste la disforia de género en la adolescencia? "En aquellos que, efectivamente, van a ser transexuales", explica la especialista. Un 15%. La cifra varía según estudios, "pero el promedio es ése, los que continúan con ese sentimiento que son del sexo opuesto a su sexo", agrega.
Extraído de La Opinión de Málaga
http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2013/10/30/15-ninos-disforia-genero-termina/627900.html
6- Una declaración polémica:
En marzo de 2.016 se hizo pública una declaración del Colegio Americano de Pediatras firmada por su presidenta (Michelle A. Cretella) y vicepresidente (Quentin Van Meter), entre otros reputados especialistas,bajo el título de: “La ideología de género hace daño a los niños”. En esta declaración, no exenta de polémica, urgen a los educadores y legisladores a rechazar todas las políticas que condicionen a los niños para aceptar como normal una vida de suplantación química o quirúrgica de su sexo por el sexo opuesto. Son los hechos, y no la ideología, quienes determinan la realidad. Los autores, a partir de 8 puntos basados en evidencias científicas, cuestionan las políticas o acciones.
7- Nuestras orientaciones para padres
En esta sección final vamos a intentar esbozar algunas orientaciones para padres con niños pequeños que presenten disforia de género. Intentaremos orientar a los padres respecto a las dudas frecuentes que tienen, en base a nuestra propia experiencia y conocimiento de la psicología infantil y, evidentemente, al margen de modas, ideologías o creencias de cualquier tipo. Nuestra prioridad es el bienestar de las personas, los niños y sus familias. No pretendemos tener la razón de nada sino informar de lo que consideramos útil y relevante en base a casos reales y su seguimiento.
En primer lugar, aunque hablamos de disforia de género no debemos considerar que el poner nombre a una serie de síntomas significa unívocamente tener un único modo de intervención a nivel psicológico.
Cada niño es diferente, cada familia es un mundo y cada caso debe analizarse individualmente para determinar qué tipo de ayuda o intervención, si procede, es necesaria.
Un niño/a pequeño que presenta disforia de género debería ponernos en alerta de que tenemos unas peculiaridades que necesitan nuestra atención.
En primer lugar, no dar nada por supuesto en ningún sentido de cara a su futuro. Hay colectivos que defienden que debemos respetar las tendencias naturales de los hijos respecto a la identidad de género, fomentando que se comporten, vistan, jueguen o se relacionen como ellos sientan de forma natural. El problema es que no tenemos ninguna seguridad que estos rasgos se perpetúen o consoliden en un futuro. Por tanto, podríamos estar forzando un cambio de género que, en muchos casos, no se confirmaría en estadios posteriores y dentro del propio ciclo evolutivo natural del niño/a.
¿Supone ello que debemos reprimir en los niños pequeños cualquier conducta contraria a su género natural? Evidentemente NO.
Reprimir a un niño/a de forma severa lo que de forma natural siente puede llevarnos a que la persona genere un gran malestar interno y percepción de que es poco comprendido en su entorno, generando baja autoestima y conductas de desesperanza, frustración y rabia que pueden desembocar en un estado emocional depresivo.
Según nuestra opinión, debemos siempre intentar comprender al niño/a.
Hemos comentado más arriba que hoy sabemos que algunas estructuras cerebrales pueden determinar que un niño/a se sienta en un cuerpo diferente al del género al que él cree pertenecer. Por tanto, no hablamos de "comedia", "llamadas de atención" etc, sino de un problema real que afecta a la persona.
¿Qué podemos hacer? Lo primero es tratarlo con naturalidad. No dar nada por hecho. Vigilar la evolución del niño. Cuando son pequeños podemos "permitirles" algunas cosas discrepantes con su género, pero restringir otras que puedan suponer que el niño/a se someta a las risas o menosprecio de sus compañeros u otras personas.
Una maestra me comentaba que, por Carnaval, un niño de 9 años deseaba más que nada en el mundo, disfrazarse de princesa en el colegio. La maestra se lo permitió durante un rato en una actividad privada con pocos alumnos, pero pactó con él no hacerlo delante de todo el colegio ya que el propio niño sabía y entendía que iba a ser objeto de burla inmediatamente.
Una madre me comenta que deja a su hijo de 6 años peinarse o ponerse algún objeto femenino e incluso le regala juguetes de niñas pero considera que no debe de vestirlo, tal como él solicita, como una niña y exponerlo en público para protegerlo de personas malintencionadas.
Creemos que el psicólogo está al servicio del niño y su familia. Nuestra intervención fundamental es primero asesorar a la familia y, posteriormente atender a las necesidades particulares de cada caso y persona, pero escuchando mucho a la familia, especialmente en el caso de niños muy pequeños.
Podemos ayudar a la familia en el proceso de aceptación de las peculiaridades de su hijo, supervisando su desarrollo y posible "malestar psicológico" durante su evolución. Debemos estar vigilantes acerca de su desarrollo natural y no deberíamos encasillarlo en uno u otro sentido al menos hasta que tuviera un nivel de maduración adecuado.
Finalmente, si fuera el caso, deberíamos acompañar al adolescente, con el soporte de su familia, si decide llevar a cabo tratamientos hormonales u de otro tipo. Todo ello no está exento de otros posibles problemas. Se ha comentado que la transexualidad se va a confirmar en sólo unos pocos niños/as diagnosticados de disforia de género (menos del 20%).
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