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1- Introducción
2- Síntomas de una baja autoestima
3- Los mensajes verbales
4- Factores que determinan la autoestima en niños
-Los padres como espejo
-Reflexión
-La genética
-Las experiencias vitales
5- Cómo aumentar la autoestima
6- Ejemplos de comunicación positiva
Podemos definir la Autoestima como un conjunto de emociones y pensamientos internos que determinan la imagen que tenemos de nosotros mismos y la forma con la que nos autojuzgamos.
La sociedad actual no se lo pone fácil a los más pequeños. Multitud de mensajes publicitarios y programas televisivos ensalzan los valores del ganador y la frustración de los perdedores. Hay que ganar siempre y tener cualquier cosa material al momento.
No hay casi oportunidades para aprender que las “derrotas” y el no tenerlo todo rápido y sin esfuerzo, forman parte de la vida y seguramente parte esencial del crecimiento personal de cada individuo. Todo ello puede afectar tempranamente la autoestima.
Es evidente que una autoestima positiva constituye un pilar fundamental para el desarrollo de una personalidad sana, segura de sí misma y, por tanto, eficiente en todos los terrenos, ya sea el académico, afectivo, social o laboral. Es la base sobre la que se construye el equilibrio personal y la salud psicológica de cada individuo.
Por el contrario, una baja autoestima supone una percepción negativa de uno mismo, de sus posibilidades de afrontar diferentes situaciones y una visión negativa del futuro próximo que se sustenta en la poca confianza que tenemos en nosotros mismos.
Aunque un déficit de autoestima no se considera clínicamente como un trastorno, sí se sabe a ciencia cierta, que es una de las variables predisponentes para el origen de muchos de los trastornos conductuales y/o emocionales.
El rendimiento escolar y el nivel de autoestima positivo suelen correlacionar, por el contrario, una baja autoestima se ha asociado al inicio temprano de consumo de alcohol, drogas, así como a depresión, ansiedad, inseguridad, dependencia, aislamiento y apatía general.
En esta página vamos a exponer la forma en cómo puede afectar a los niños y cuáles son los factores que deberemos tener en cuenta para construir en ellos una autoestima saludable.
La autoestima se construye desde la primera infancia y como luego expondremos, dependerá mucho del entorno emocional en el que crezca el niño. Una baja autoestima puede manifestarse en los más pequeños con síntomas muy diferentes pero que tienen en común crear un gran malestar y alto sentido de incapacidad y poca gestión de las emociones, en el menor que lo sufre. Antes que nada, hay que tener en cuenta que una autoestima dañada suele venir asociada al inicio o presencia de diferentes trastornos clínicos por lo que, frecuentemente, resulta difícil aislar los síntomas propios de una baja autoestima con los que aparecen en confluencia con diferentes trastornos. Aun así, vamos a exponer una serie de características que en conjunción o no con otros problemas suelen ser habituales en este colectivo:
Los modelos parentales, son sin duda, el principal soporte desde donde se construye una autoestima adecuada.
Sea quien fuere usted, probablemente sus padres (o las personas que le educaron) siguen siendo las personas más importantes de su vida. Su propia lucha por conseguir una buena autoestima le ha mostrado cuantas de las voces que lleva en su interior son las voces que oyó en su niñez. Los miedos, límites y sentimientos de desamparo con los que lucha hoy han estado con usted desde los primeros años.
Son sus padres quienes le hicieron verse a sí mismo como una persona competente o incompetente, estúpida o inteligente, efectiva o desamparada, indigna de cariño o estimable. Y son sus padres aquellos a quienes quiso complacer. La necesidad de su aprobación es tan intensa que la motivación para conseguir la aceptación de los padres puede proseguir después de fallecidos éstos.
Quizás la relación con sus padres no fue positiva para usted, pero no debería ser impedimento para que valore y tenga en cuenta la necesidad de construir con su hijo, independientemente de las circunstancias, un vínculo emocional estable.
Cuando los padres aceptan a sus hijos, los valoran y aprecian, dándoles un buen soporte emocional, están creando un potente escudo psicológico que les protege de por vida. Los niños que no son confortados, que no son cogidos, a los que no se les habla, mece y quiere, aprenden otras lecciones acerca de su valía. Aprenden que su llanto de malestar no proporciona alivio. Aprenden la desesperanza. Aprenden que no son importantes. Éstas son las primeras lecciones de una baja autoestima.
Al crecer, los niños tienen otros espejos que les muestran quienes son. Maestros, amigos y cuidadores desempeñan este papel, pero un niño volverá al reflejo del espejo que le dieron sus padres en relación a su bondad, importancia y valía básica.
El proporcionar un espejo positivo a sus hijos no significa que aprueba todo lo que hacen o que les haya de dejar dirigir la familia. Hay una forma de criar niños socializados y razonables con una fuerte autoestima. Esto exige cuidar a su hijo, cuidar de usted y cuidar sus pautas de comunicación.
La autoestima es algo que no se nace con ello, sino que se construye a partir de las primeras experiencias con la familia y el entorno. Aun pudiendo estar la mayoría de las personas de acuerdo con ello, hay que señalar, que ciertas características del temperamento de origen genético mantienen una cierta relación con la capacidad del niño para generar un determinado tipo de autoestima.
Niños que tienen un temperamento retraído, tímido, con dificultades en las primeras relaciones sociales son más vulnerables a presentar una baja autoestima. Los niños con alto nivel de ansiedad o miedos pueden ser también candidatos. Más tarde, en la escuela, los que pese a ser inteligentes, presentan dificultades en alguno de los aprendizajes, son más proclives a generar baja autoestima. No obstante, en todos estos casos, la variable fundamental, siguen siendo los modelos parentales y su forma de hacer frente a estos retos.
La construcción de la autoestima viene a ser como una carrera de obstáculos, en los que cada vez que se consigue un nivel, la confianza y seguridad en uno mismo aumenta, por lo que el niño se ve capaz de asumir otro de mayor dificultad.
Por el contrario, si el niño sistemáticamente ve frustrado sus objetivos (obtener reconocimiento o cariño, ser aceptado por sus compañeros, no superar exámenes, etc.) la dinámica es completamente al revés, especialmente si se ha esforzado para ello. Entonces se percibe como incapaz de cambiar nada por mucho que haga. Todo le viene impuesto (Indefensión Aprendida) y es inútil seguir luchando. El niño percibe erróneamente que ya no puede cambiar nada y que esto sucederá siempre irremediablemente.
Los siguientes ejemplos contrastan un estilo de respuesta inadecuada con una alternativa que respeta y fomenta la autoestima en niños por parte de sus padres al tiempo que les permite marcar límites.
Cada una de las cinco típicas reacciones de enfado va seguido de ejemplos de cómo puede usted cambiar la forma de expresar para que pueda comunicar la idea de forma clara y respetuosa, sin insulto, enojo o rechazo.
Comunicación inadecuada: ¡Qué lío! Vives como un cerdo. (Epítetos negativos.)
Lenguaje de la autoestima: Veo ropas, libros y juguetes por toda la habitación (descripción de la conducta). Cuando tu habitación esta ordenada tienes más sitio para jugar (razón para el cambio conductual). Probablemente no sabes por dónde empezar (reconocimiento de sentimientos). Quiero que en la próxima media hora pongas la ropa en el armario, los libros en el pupitre y los juguetes en su sitio (enunciado de expectativa).
Comunicación inadecuada: ¡Deja de molestarme! ¿Es que no puedes jugar nunca solo? (Rechazo.)
Lenguaje de la autoestima: Me has estado siguiendo por toda la casa (descripción de la conducta). Tengo que hacer una llamada muy importante (razón del cambio conductual). Sé que te prometí salir hoy a comprar el material escolar después de trabajar (reconocimiento de sentimientos). Necesito que juegues tranquilamente mientras hablo por teléfono, y luego saldremos a comprar (enunciado de expectativa).
Comunicación inadecuada: ¡Para quieto, monstruito! (Epíteto negativo.)
Lenguaje de la autoestima: Estás pegando a María (descripción de conducta). Eso le hace daño (razón del cambio conductual). Veo que te enfadas cuando se lleva tus juguetes (reconocimiento de sentimientos). Aquí no se permite pegar (enunciado de expectativa).
Comunicación inadecuada: ¿No te puedes estar quieto? Sigue así y tendremos un accidente. (Amenaza.)
Lenguaje de la autoestima: Estás saltando mucho y haciendo mucho ruido en el coche (descripción de la conducta). No puedo conducir segura con toda esta distracción (razón del cambio conductual). Sé que es difícil estar sentado tanto tiempo (reconocimiento de sentimientos). Espero que os pongáis los cinturones y habléis tranquilamente hasta que paremos a comer (enunciado de expectativa).
Comunicación inadecuada: No piensas más que en ti. (Hipergeneralización.)
Lenguaje de la autoestima: Me prometiste que te quedarías hoy de canguro, pero ahora quieres ir a la fiesta de Marta (descripción de la conducta). Papá y yo tenemos entradas para esta noche y contábamos contigo (razón del cambio conductual). Puedo ver qué decepcionado te quedas por no ir a la fiesta (reconocimiento de sentimientos). Pero espero que mantengas tu promesa y te quedes en casa con tu hermano (enunciado de expectativa).
(M.Mckay y P.Fanning en Autoestima: Evaluación y mejora)
Como motivar a los niños a estudiar | Trabajando el vínculo afectivo con nuestros hijos | Las pesadillas y los terrores nocturnos | Control conducta infantil |
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