Sie sind hier: Los Hiperpadres: El reto de criar hijos perfectos
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1- Introducción
2- El fenómeno de la hiperpaternidad
3- Algunas características de los hiperpadres
4- Síntomas comunes de los hijos con hiperpadres
5- Orientaciones para evitar ser hiperpadres
Diariamente en la consulta, nos encontramos con padres de niños que se muestran perplejos cuando les hacemos la pregunta de cuánto tiempo dedican a sus hijos para jugar o escuchar sus cosas en un día cualquiera. Muchos de ellos la única interacción, después del trabajo, es la supervisión de los deberes o el acompañamiento a las diferentes actividades extraescolares que llevan a cabo. Realmente no hay tiempo para jugar y además eso no se considera relevante en el trajín de un día normal, lleno de horarios y cosas a hacer.
Por si fuera poco, el hecho de sentarnos con ellos a hacer los deberes, que de entrada parece lógico y adecuado, puede convertirse en un “tiempo conflictivo” donde el niño hará lo imposible por escabullirse de los mismos, especialmente si tiene dificultades y los padres acabarán perdiendo los nervios. El resultado puede llegar a ser que pasamos poco tiempo con ellos y el que les dedicamos se convierte en un generador de tensión que acaba alterando la convivencia familiar.
Si además, los padres tienen la imperiosa necesidad de que sus hijos sean perfectos, obtengan los mejores resultados en la escuela u otras actividades y, para ello, son capaces de buscar los recursos o ayudas que sean necesarios, hasta el punto de hacer ellos los deberes o solucionarles cualquier problema y teniendo, muchas veces, la tendencia a pensar que los errores o limitaciones de sus hijos suelen ser consecuencia de terceras personas (malos maestros, escuelas poco preparadas, etc…), es muy probable que pertenezcan al grupo que denominamos: HIPERPADRES.
La primera persona en utilizar el término de hiperpadres fue la psicóloga estadounidense Madeline Levine. Esta psicóloga se dio cuenta que en una sociedad tan competitiva como la estadounidense, el hecho de educar hijos suponía también el reto de conseguir el éxito, el triunfo de los hijos y para ello había que buscar o generar todos los recursos disponibles.
Hace sólo unas décadas, los niños salían a jugar en la calle con los amigos, podían ir solos a la escuela a partir de una cierta edad y no tenían la mayor parte del tiempo extraescolar ocupado formándose para tener un futuro brillante y convertirse en un adulto triunfador.
Posteriormente, tras la incorporación al trabajo de los dos padres y extensas horas de trabajo, hemos asistido al fenómeno del niño “colocado”, donde los hijos son sistemáticamente ubicados o atendidos por otros familiares (abuelos, tíos o en también por cuidadores). Aquí lo que nos encontramos con demasiada frecuencia, es que los padres intentan compensar su falta de tiempo con regalos y premios de todo tipo. El final de todo ello es bien evidente (véase cómo crear un tirano en casa).
Pues bien, ahora con la hiperpaternidad algunos padres han colocado a los hijos en una vitrina, en un pedestal, para que no les pase nada y se les pueda proteger de todo, incluso de lo que no hay que protegerlos. La consecuencia de estos excesos son niños con poca autonomía, con baja tolerancia a la frustración y con muchos más miedos.
Cuando era pequeña, María, que ahora tiene 47 años, iba caminando sola al colegio. Hoy, como madre de Inés, de 10 años; de Francisco y Julián, mellizos de seis, y de Pablo, de cuatro, pasa más horas en el coche que en su propia casa. Los lleva a clases, y después a fútbol, taekwondo y natación. También van a tenis y, algunos días, a clases de dibujo. Si puede, cuando alguno de sus hijos no quiere comer en la escuela lo busca para que puedan estar juntos los 45 minutos que dura la comida. "Todo está cronometrado. Desde hace dos años digo que voy a dedicar las mañanas a hacer algo para mí, pero no lo consigo. Me cuesta muchísimo encontrar ese espacio", dice.
Tal como sucede con muchos otros padres, María se convirtió en lo que los especialistas llamamos una "hipermadre". De tan presentes que están en la crianza, se transforman en una suerte de planificadores de la vida de sus hijos: les organizan la agenda, se convierten en sus choferes, se preocupan de que reciban una formación integral. Incluso, y no pocas veces, les hacen la tarea o les pintan a escondidas esa lámina de ciencia que tienen que entregar, con un único objetivo: que quede perfecta, quedando en un segundo plano sus propias necesidades.
Hay otros casos reales en los que la madre “rompía” literalmente parte de los deberes de su hijo (especialmente las redacciones) y se las hacia ella totalmente nuevas. Evidentemente el colegio siempre se imaginó lo que sucedía, pero nunca pudieron suspender al niño ese trabajo.
1 | La hiperpaternidad puede adoptar diferentes formas, pero siempre hay en común esa necesidad de proteger, supervisar y controlar que todo vaya según el plan previsto. |
2 | Gestionan la vida familiar como si fuera la organización de una empresa. Están presentes en cada detalle. Exigen de sus hijos lo mismo que la sociedad espera de ellos como padres: perfección. |
3 | Los hiperpadres llegan a hacer las mil y una para conseguir la escuela perfecta para su hijo. Son habituales los cambios, el cuestionamiento de los maestros, educadores, centros o incluso el sistema educativo. |
4 | Otra de las características de este modelo de crianza es la obsesión por la estimulación precoz: los niños deben destacar lo antes se pueda en competencias como la lectura, la escritura, el deporte o los idiomas. Una vez ya tienen la escuela ideal, los hiperpadres también necesitan saber todo lo que pasa dentro de las aulas, hasta el punto de querer interferir en la tarea educativa de los maestros, llegando a cuestionar sus métodos y/o aptitudes. |
5 | Los Hiperpadres hacen todo lo que ellos creen que un buen padre debería hacer. Llevarlos, traerlos, conseguirles plaza en los mejores colegios, que hagan un taller de arte con algún artista reconocido... Pero, contrariamente, no ejercen la función parental, es decir no son capaces de establecer el vínculo emocional adecuado. La relación se fundamenta más en lo material “el llegar a ser” que en el sentirme bien para “llegar a ser”. |
Por su parte los hijos con hiperpadres suelen manifestar una serie de características en su funcionamiento personal. Si bien cada persona es diferente y cada familia un mundo, destacamos algunas de ellas que en uno u otro grado sueln presentarse:
Baja tolerancia a la frustración: La culpa siempre es de los otros
Los hijos de los hiperpadres suelen tener una tolerancia muy baja a la frustración ya que los padres, con las mejores intenciones, siempre han intentado evitar en su hijo la frustración por no conseguir lo que quiere (ganar un partido, campeonato, ser el primero en algo).
Si sistemáticamente compensamos sus limitaciones con refuerzos externos o creando expectativas que no son reales, el niño no podrá aprender lo que supone saber perder y, a partir de aquí, generar recursos por él mismo para crecer y salir victorioso la próxima vez. Un niño con hiperpadres aprenderá que independientemente de su esfuerzo allí estarán sus padres para resolverlo todo. Por tanto, su capacidad de frustrarse, cuando no le salen las cosas, irá en aumento y siempre lo justificará culpabilizando a los otros de sus propios fracasos.
Algunos de estos niños pueden acabar transformándose en verdaderos “tiranos” en casa.
Poca autonomía
La sobreprotección a la que les someten los padres los hacen muy poco autónomos, como poca capacidad para la toma de decisiones. El niño/a con hiperpadres siempre ha tenido alguien que ha decidido par él o ella. No han tenido el aprendizaje fundamental de hacer y equivocarse por ellos mismos a pesar de tener unos padres que le puedan orientar en un momento dado.
Suelen tener más miedos
La sobreprotección conduce a la inseguridad y ésta es hermana del miedo. Los niños que han crecido entre algodones, que no se han tenido que enfrentar a ninguna dificultad porque sus padres les han resuelto todos los problemas y que, además, han visto que los padres los defendían ante cualquier situación son niños inseguros, con más miedos que nunca. Tienen miedo de decir que no, de decir que sí, de decidir, de la comida, de perder, los animales ... El miedo es una emoción básica, imprescindible para nuestra supervivencia, que nos paraliza o nos hace huir.
Los Miedos Infantiles | La Timidez | Aumentar autoestima en niños | El Dibujo infantil y su significado psicológico |
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