Sie sind hier: Como motivar los niños a estudiar
Weiter zu: Otros temas
Allgemein:
Acerca de la web
Mapa del Sitio
Bibliografía
Política de cookies
Aviso legal
Politica privacidad
1- Introducción
2- Aproximación al problema
3- Por donde empezar: Algunas reflexiones previas
4- Orientaciones para construir la motivación en nuestros hijos
5- Tener expectativas razonables
6- Los estilos de aprendizaje
7- La escuela es importante
En esta página vamos a abordar sin duda uno de los temas que más preocupa a los padres y que genera muchas consultas en nuestros gabinetes de psicología.
Expresiones como “no tiene interés”, “le da todo igual”, “es una batalla diaria comenzar a hacer los deberes con él”, “se distrae constantemente”, “se olvida de apuntar los deberes”, etc, son quejas habituales de los padres interesados en conocer qué tienen que hacer para mejorar esta situación.
Probablemente no haya una respuesta única sino que tendremos tantas soluciones como niños haya, ya que cada uno de ellos presentará sus propias peculiaridades y circunstancias. Aún así, vamos a intentar aportar algunas pistas generales que nos sirvan de guía para nuestro cometido.
Afirman que en cierta ocasión el genio de Albert Einstein desmintió que sus descubrimientos fueran fruto de su brillante inteligencia. De hecho, él mismo presentó diferentes problemas de aprendizaje durante su etapa escolar que lo relegaron a un plano muy discreto. Einstein aseguraba que todo el mérito no era tanto de su inteligencia sino de su perseverancia. En otras palabras tenía una gran motivación para triunfar en aquello que se propuso.
Cuando un niño se enfrenta al reto de ir a la escuela, asumir unos aprendizajes, hacer unos exámenes y aprobar, sus resultados van a venir determinados por dos grandes factores:
1- Su capacidad intelectual. Es decir, su potencial de aprendizaje.
2- Su motivación para el estudio.
Es fácil adivinar que un niño con un buen potencial de aprendizaje y una baja motivación tendrá malos resultados, haciéndose esto más evidente a medida que el niño se hace mayor ya que dependerá de más trabajo y horas de estudio. No obstante un niño con un potencial de aprendizaje normal o ligeramente bajo, pero con una alta motivación probablemente sacará adelante los cursos.
Por poner otro ejemplo, los niños calificados como “superdotados” que se caracterizan, entre otras cosas, por un elevado potencial de aprendizaje, pueden tener fracaso escolar e incluso no llegar a cursar carrera. Una de las causas es que su nivel de motivación se dirige hacia otros intereses fuera de la escuela.Podríamos pues concluir que la motivación para el estudio es el factor de mayor peso para predecir el rendimiento escolar de un determinado niño/a, si bien, es de esperar que un buen cociente intelectual (CI) facilite el aprendizaje y por ende la motivación del niño para estudiar, pero no siempre será así.
1- Conocer las características del niño
Hemos comentado que una buena capacidad intelectual sin motivación puede llevar al fracaso escolar, pero también, un niño que tiene capacidades limitadas o un trastorno específico del aprendizaje puede hacerle perder la motivación por el estudio. Por tanto si hay sospecha de cualquier dificultad en el aprendizaje, paralelamente a motivarle en sus deberes, deberíamos efectuar una evaluación para detectar estas posibles dificultades ya que si nos quedamos sólo en motivarle y no somos capaces de darle los recursos y medios que necesita para tal aprendizaje, probablemente no avanzaremos.
Más adelante desarrollaremos el apartado de estilos de aprendizaje donde damos más detalles.
2- Pregúntese cuando el niño dejó de motivarse por los estudios
¿El niño siempre ha presentado una desmotivación hacia el colegio y el estudio o ha sido una cosa repentina? La respuesta a esta pregunta es importante dado que podemos valorar si estamos delante de una actitud que se ha ido construyendo, es decir, hay niños que siempre les ha costado avanzar y, por tanto, pueden haber desarrollado un cierto desinterés por algo que les cuesta más que a sus compañeros y esto les produce baja motivación.
Es muy diferente cuando la desmotivación ocurre en un momento determinado del ciclo evolutivo del niño. El niño que baja repentinamente en sus calificaciones escolares en un momento dado puede señalarnos la intrusión de factores externos. Estos pueden ser de tipo familiar (problemas económicos, rupturas matrimoniales, etc.) pero también intraescolares. A veces nos encontramos con niños que son victimas fáciles de otros compañeros o incluso algunos que deciden bajar de notas para ser mejor aceptados en el grupo. Si no somos capaces de detectar estos problemas difícilmente podremos ayudar a motivarlo.
3- ¿Somos como padres unos modelos coherentes con lo que pedimos?
Más adelante hablaremos de rutinas, trabajo, esfuerzo, etc, pero ¿somos coherentes con lo que les pedimos a nuestros hijos? ¿Estamos en condiciones de motivar a nuestros hijos?
Aquí va una primera regla de oro:
Esto quiere decir que si quiero motivar a mi hijo, yo debo ser el primero en dar ejemplo. Cómo puedo pedirle que lea un libro, que haga sus deberes, que se esfuerce, si nunca me ha visto coger un libro y disfrutar de su lectura y además se lo recuerdo tumbado en el sofá bebiendo una cerveza. Aunque el padre pueda alegar en su defensa que él ya ha trabajado y ahora se merece un descanso, de poco servirá si queremos motivar a nuestro hijo hacia el esfuerzo. No se trata de adoptar ningún rol especial sino de pedírselo con sinceridad, sentándome con él, diciéndole lo feliz que se siente de poder ayudarlo y lo importante que significa para nosotros verle hacer los deberes o estudiar.
Dedicar estos tiempos diarios a los niños es fomentar en ellos la motivación. No se trata de hacer teatro, cosa que molestaría más al niño, sino enviarle el mensaje de que estamos con él en su esfuerzo.
Si como adultos no hemos sabido transmitir ilusión, pautas, objetivos, constancia y también por que no, recompensas, no estaremos en las mejores condiciones para motivar a nuestros hijos.
4- Condiciones para el estudio
Es también importante para motivar a los niños en el estudio que dispongan de un espacio suficiente con su propio material en una zona silenciosa y fuera de elementos distractores (ruidos, ventanas a la calle, etc). Factores como una adecuada iluminación y temperatura resultan muy importantes para su adecuado rendimiento. En la medida de lo posible podemos dejar al niño que personalice su rincón de estudio según sus preferencias (colgar algún cartel, dibujo, etc.) esto le hará sentir en un lugar más próximo y personal.
Vamos ahora a intentar dar algunas orientaciones generales para mejorar la motivación hacia el estudio de nuestros hijos.
Para motivar al niño es imprescindible que el niño perciba que puede conseguirlo y además tiene un plan en el que le vamos ayudar.
Para desarrollar el tema lo estructuraremos en los 2 puntos básicos:
1- Marcar los objetivos a conseguir
2- Desarrollar y aplicar nuestro plan para conseguirlos
1- Marcar objetivos a conseguir
-Primero deberemos establecer con el niño los objetivos a conseguir. Estos deben ajustarse a la realidad de la situación y las posibilidades del niño y sus circunstancias.
Es decir, podemos establecer que el objetivo es aprobar todas las asignaturas del primer trimestre o que si llevamos 4 asignaturas pendientes vamos a centrarnos en 3 de ellas para salvar el curso.
-Aconsejamos (especialmente en niños pequeños) establecer objetivos a corto plazo (mejor centrarse en el trimestre que en las notas finales del curso).
-Este proceso debe efectuarse con la participación activa del niño, preguntándole o dejándole opinar al respecto para que se sienta partícipe del proyecto y no un mero receptor de órdenes. Evidentemente cuanto más pequeño es el niño o peor es la situación (muchos suspensos, larga historia de fracaso escolar o desinterés, absentismo, etc.) los padres deberán asumir más el papel de toma de decisiones. Aún así recomendamos implicar al niño de una forma u otra.
-Para motivar a los adolescentes deberíamos dejar que pudieran decidir algunos aspectos, aunque esto dependerá, entre otras cosas, de su propia historia educativa y su estado general. Lo ideal es proponerles que nos presenten su propio plan para empezar a estudiar y sacar adelante el curso. A partir de este esbozo los padres pueden supervisarlo, ajustarlo según su propia experiencia y finalmente pactar su puesta en marcha y efectuar una supervisión.
-La motivación del joven aumentará a medida que percibe cierta autonomía y que él mismo es capaz de generar el cambio no tanto por imposición de los padres sino por convicción. Una vez las notas favorables llegan y recibe el reconocimiento de compañeros, padres y maestros, esta motivación se afianzará.
2- Desarrollar y aplicar nuestro plan para conseguirlos
Una vez fijado el objetivo vamos a ver como lo hacemos para conseguirlo. Aquí pueden entrar todas las estrategias y recursos que necesitemos para el niño pero es necesario ir concretando cosas.
Hay que marcar primero un objetivo final (aprobar todas las asignaturas del trimestre o curso –según edad-) y objetivos parciales (por ejemplo, estudiar cada semana una lección de Historia, etc.). Debemos estructurar y concretar paso a paso. Es decir, antes de conseguir aprobar el curso, el niño debe ser capaz de estudiar un determinado tiempo durante unos días para aprender la lección antes del examen.
En el caso de los niños que inician el curso debemos echar un vistazo a todo el temario, asignaturas, contenidos, etc., así como las fechas de los exámenes. Normalmente ya conocemos a nuestro hijo, sus puntos fuertes y débiles. Concretemos pues como vamos a organizar los tiempos de estudio, el lugar y como vamos a efectuar la supervisión.
-Primero determinar los horarios que el niño va a dedicar al estudio. Es importante que sea realista para empezar. Es decir, es mejor empezar con un tiempo de estudio que el niño pueda asumir que empezar a marcar tiempos demasiado largos o exigentes, especialmente si no hemos conseguido antes establecer unos hábitos mínimos de estudio. Si vemos que el niño necesita más tiempo para cumplir los objetivos intentemos hacerlo progresivamente.
-Después, según necesidades, debemos plantearnos cual de los padres, familiar u otro le dará apoyo o supervisión y cómo va a hacerlo. Los niños pequeños serán más dependientes mientras que para los mayores, salvo dudas concretas, es preferible una cierta autonomía y centrar nuestro papel en preguntar lo estudiado o supervisar la realización de los deberes.
Estar muy encima de los niños cuando estudian puede desarrollar cierta dependencia y malos hábitos que hay que evitar.
Hemos comentado ya la importancia de conocer las características de nuestro hijo y antes de plantearle metas específicas respecto a los estudios deberemos ser conscientes de su verdadero potencial. Si queremos motivarle adecuadamente deberemos pedirle que consiga aquello para lo que realmente está capacitado si le dedica tiempo y está suficientemente motivado. No debemos nunca exigirle por encima de sus posibilidades.
Si este punto no lo tiene claro consulte con un profesional y averigüe si su hijo presenta algún problema específico de aprendizaje.
Frecuentemente nos encontramos con una alta exigencia al hijo y con un marcado fracaso a causa de un problema no identificado (dislexia, disgrafía, lateralidad cruzada, etc.). No podemos quedarnos sólo en pedirle motivación si no somos capaces paralelamente de darle información sobre su problema al tiempo que generamos estrategias nuevas para combatirlo.
La motivación, pues, debe basarse en expectativas realistas.
Estas expectativas hacen también referencia a lo que usted transmite a su hijo. Normalmente si tenemos unas expectativas positivas pero realistas y somos capaces de transmitírselas al niño, sus posibilidades de éxito aumentarán. Transmítale inseguridad o bajas expectativas y el fracaso está garantizado.
No lo engañe nunca. Las expectativas que la transmita tienen que estar a la altura de lo que realmente el niño puede conseguir, nunca por encima de ellas ya que podría producir frustración y baja autoestima.
Si queremos motivar el estudio de nuestros hijos debemos conocer cual es su estilo de aprendizaje. Es decir, cada niño presenta sus puntos fuertes y débiles y su motivación hacia el aprendizaje aumentará si puede aplicar aquel estilo que sea para él más natural, más fácil o tenga más sentido según su forma de pensar y hacer. No obstante, algunas veces, deberemos modificar su forma de aprender si en determinadas circunstancias, el niño no avanza.
Antes hemos comentado lo importante que resulta ajustar los tiempos a las características de los niños (niños hiperactivos, más descansos o cambio de actividades).
Veamos ahora algunos de los estilos de aprendizaje de nuestros niños y como puede ayudarnos este conocimiento en la motivación para el estudio. En general podríamos establecer 3 grandes grupos, si bien, cada niño puede presentar en un grado u otro cada uno de ellos, normalmente hay uno que es el predominante, identificarlo puede ayudarnos mucho:
1- Los estudiantes que aprenden mejor escuchando.
Suelen ser niños que les gusta hablar y tienen facilidad para ello, son también generalmente sociables, con interés por la música y la lectura y/o escucha de narraciones y cuentos. Cuando estudian suelen poner voz, es decir, repiten en voz alta lo que pretenden memorizar.
Este estilo lo vemos más en niñas que en niños, ya que éstas suelen tener de forma natural mayor capacidad para el aprendizaje.
En este grupo podemos estimular precisamente el uso de la palabra como forma de aprender. Le podemos sugerir que se grabe las lecciones para luego escucharlas. Puede también utilizar, cuando sea posible, audiolibros y, sobretodo, si queremos motivarle y alcanzar metas, podemos enseñarle a que se dé autoinstrucciones de forma verbal (“puedo conseguirlo”, “voy a aplicar mi plan”).
2-Los estudiantes visuales.
Hay niños que pueden leer un relato pero luego presentan poca comprensión de la historia global, reteniendo solo algunos trazos de lo leído. Sin embargo, este mismo relato visto mediante una presentación audiovisual (fotos, gráficos, películas, etc.) el niño es capaz de memorizar muchos más detalles que otros niños.
Suelen tener una gran capacidad para recordar caras, lugares donde antes han estado y muchos detalles de una película que acaban de ver. Son los pensadores visuales, niños que funcionan extraordinariamente bien cuando reciben la información visualmente.
Cuando estudian, tienen tendencia a buscar imágenes, gráficos o películas para ayudar a retener la información.
Con estos niños, pues, todo lo que sea facilitarles información visual será de gran ayuda. Igualmente tenemos que ayudarles a que construyan esquemas y resúmenes cuando estudian y que lo hagan además de forma que contengan muchos colores o incluso dibujos ya que eso les ayudará a retener la información.
Otra estrategia con ellos cuando hay materias de las que no disponemos de imágenes es que construyan las suyas propias. Es decir, si tengo que memorizar la guerra de la independencia, al tiempo que leo el texto, creo en mi cabeza imágenes visuales en las que aparecen personajes y fechas a modo de película visual. Evidentemente cada niño es un mundo y deberá ser él el que vaya viendo qué estrategias concretas le van funcionando.
Otro recurso es colgar en su habitación de estudio, gráficos, esquemas u otro material visual para irlo aprendiendo y renovándolo.
Este estilo de aprendizaje suele estar muy potenciado en niños que presentan dificultades o trastornos específicos que afectan al habla, la lectura o la grafía. Así los disléxicos suelen contrarestar sus dificultades en la lectura y la comprensión desarrollando mucho más sus capacidades visuales ya que allí se encuentran más cómodos.
3- Los estudiantes funcionales o quinesiológicos.
El principio que rige este estilo de aprendizaje es el aprender haciendo.
Suele darse en niños inquietos con poca paciencia, que necesitan tener las manos ocupadas y experimentar con su entorno para aprender. Donde más cómodos se sienten es en la actividad física y en el recreo. Prefieren mucho más participar en cualquier actividad que quedarse sentado observando o aprendiendo como hacen algo otras personas. Seguro que sienten más felices en la hora de laboratorio o de prácticas que en la clase teórica.
En general son niños que tienen interés por aprender y suelen desarrollar la motivación cuando pueden incorporar actividades prácticas en el trabajo escolar. Algunos consejos para ayudar a estos niños:
-Procure incentivar la parte práctica. Por ejemplo, para enseñarle a sumar o restar la utilización de un ábaco o tablero contador le será más motivador que quedarse quieto viendo como lo hace en la pizarra la maestra.
-Para aprender ortografía puede apoyarse de bloques de madera que representan letras para que las pueda manipular.
-Le ayudará establecer tiempo de descanso en su tiempo de estudio e introducir alguna actividad física.
-Algunos de ellos preferirán estudiar de pie, andando, al aire libre o en posiciones extrañas que llaman la atención. En la medida de lo posible deberíamos respetar estas preferencias.
-Anímele a hacer proyectos prácticos. Son niños que pueden sobresalir por su capacidad creativa y si son apoyados al respecto pueden aumentar su motivación.
Cuando los padres se involucran activamente en el aprendizaje de su hijo, le están comunicando de una forma muy clara que tienen interés en ayudarle a rendir lo máximo de sí. Sobre esta base debemos construir también nuestro entusiasmo por la enseñanza y la educación, Una buena manera de transmitírselo incluyen, entre otras, alguna de estas sugerencias:
-Asista regularmente a las reuniones del colegio de su hijo.
-Establezca una relación adecuada con la maestra de su hijo. Hágala partícipe del plan de estudios que hemos puesto en marcha y de los objetivos y estrategias que hemos acordado.
-Transmítale nuestra más sincera intención de colaboración en cualquier problema que pudiera surgir.
-Si es un niño que ha presentado problemas a la hora de hacer o anotar los deberes, intente establecer comunicación diaria (al menos hasta que se regularice la situación) mediante la agenda escolar u otro mecanismo.
-Procure mantener siempre una opinión positiva y colaboradora con la escuela.
-Intercambien información acerca de los avances del niño. La maestra puede comunicar que ha hecho bien determinada tarea y en casa ser reforzado por ello.
En definitiva, la motivación, como se ha explicado, debe construirse desde la base de diferentes pilares, En esta página hemos intentado desgranar algunos de los ejes fundamentales.
Que nadie espere cambios rápidos y sin esfuerzo. No obstante si somos perseverantes como padres, que al final es lo que le venimos a pedir a nuestros hijos, los resultados llegarán aunque cuesten.
El Dibujo infantil y su significado | Bajo rendimiento escolar | Las pesadillas y los terrores nocturnos | Control conducta infantil |
[Abbildung] | [Abbildung] | [Abbildung] | [Abbildung] |
Los contenidos de esta web sólo tienen carácter de información general. Dicha información no debe ser utilizada con fines diagnósticos o de tratamiento. Sólo el profesional de la salud pertinente está facultado para tomar las decisiones adecuadas tras la evaluación del caso concreto.
00000134