En principio, el control de le vesícula en niños suele alcanzarse por término medio entre los 3 y 4 años. Cuando algún niño vuelve a hacerse pipí u orinarse en la cama, o no consigue dejar de hacerlo a una edad ya relativamente madura, como puede ser a partir de los 6 o 7 años, puede ser indicador de que tenemos algún factor de tipo emocional que está manteniendo el problema, si se han descartado problemas médicos. También es cierto que podemos estar simplemente delante de un hábito no adquirido, que por comodidad u otro motivo se ha consolidado. Hay niños que, simplemente, no se les ha retirado el pañal porque después de varios días seguían mojando la cama y con la excusa de que ya se solucionará el problema por sí sólo, llegan a una edad que les empieza a crear problemas, especialmente en las salidas o excursiones donde deben pernoctar fuera de casa y ser objeto de burla por otros compañeros si sucede lo mismo que en casa. Por tanto, a partir de los 6 o 7 años creemos que es un buen momento ya para intentar solucionar el problema si aún está presente.
2-Causas por las que el niño/a puede hacerse pipí:
Primero hay que descartar que el niño presente cualquier problema fisiológico o médico. Por tanto, la visita al pediatra debe ser lo primero.
En segundo lugar hay que tener en cuenta que el origen del problema puede estar en un conjunto de factores en un determinado momento evolutivo del niño, más que en una única causa y, por tanto, tendremos que analizar cada una de ellas.
Sabemos que hay factores predisponentes de tipo genético que pueden facilitar el problema. Muchos de los niños que les cuesta el control nocturno son hijos de padres que también tuvieron el mismo problema.
En definitiva, podemos establecer dos grandes tipos de posibles causas. En el primer grupo podríamos situar los malos hábitos, la comodidad de no levantarse o esforzarse, la ingesta de exceso de líquido antes de acostarse, u otros factores que dificultan el reflejo de contención de la orina por la noche.
Un segundo grupo comprendería a todos aquellos factores que tienen un origen de tipo emocional o psicológico y que a continuación detallamos.
3- Posibles causas psicológicas
Tener en cuenta si se trata de un niño que no ha conseguido todavía el control nocturno (enuresis primaria) o de un niño que tras un período de control ha vuelto a hacerlo (enuresis secundaria). En el primer caso puede que sea debido a que no se ha establecido el hábito de la retención nocturna ya que el pañal u otro dispositivo hace el trabajo de retención y al niño ya le está bien en principio.
Si el niño ya había conseguido el control de los esfínteres anteriormente y aparecen de nuevo las emisiones nocturnas, es cuando puede haber una alta probabilidad de que tengamos factores emocionales implicados, aunque sean inconscientes para el niño/a.
Esto lo vemos con frecuencia cuando el niño ya con 5 o 6 años y que había conseguido el control nocturno, vuelve a hacerse pipí tras el nacimiento de un hermanito. En estos casos, resulta habitual que el niño genere conductas más infantiles, desee hacerse más pequeñito para así recibir la misma atención que él observa por parte de los padres hacia el hermanito recién llegado. Para un niño pequeño resulta difícil de entender que el recién nacido necesita más cuidados y es más dependiente por lo que sus padres deben estar más encima de él. Este estado al que denominamos de celos suele concretarse, entre otras manifestaciones, con volver a hacerse pipí.
Pero hay otros motivos que deberemos valora para intentar averiguar cuál es el motivo que propicia estos episodios.
Valore si se ha producido algún cambio importante en el entorno del niño (colegio nuevo, pérdida de algún familiar, problemas en la escuela).
Los niños pueden volver a mojar la cama si se sienten inseguros con miedos o simplemente visualizan o viven situaciones estresantes. Un mal ambiente en casa, discusiones acaloradas de los padres en su presencia, separaciones, pérdidas de algún familiar, etc pueden ser factores facilitadores del problema.
Hay que indagar qué consecuencias tiene para el niño estos episodios. Hemos comentado ya que los celos encubiertos pueden ser una causa. Si el niño ve que con estas conductas consigue una atención especial de los padres (hablan mucho con él para saber qué sucede, le prometen premios si ya no lo hace o, simplemente, lo riñen) dicha conducta se verá reforzada. La explicación es sencilla: un niño a estas edades, si ve que consigue una atención en exclusiva de los padres contingentemente a su conducta, probablemente ésta aumentará su frecuencia, especialmente si no puede conseguirla o no la tiene por otros mecanismos.
4- Algunas preguntas que debemos hacernos:
Para ayudar a nuestro hijo debemos tratar de conocer cuál es el conjunto de causas que pueden estar influyendo en la aparición y/o mantenimiento del problema. Las primeras preguntas que debemos efectuarnos son: Se trata de una enuresis primaria (no ha conseguido nunca el control del pipí nocturno) o secundaria (vuelve a hacerse pipí después de haber conseguido controlarlo anteriormente). Si su caso es el segundo supuesto, debería prestar especial atención a los factores psicológicos y emocionales (¿Hay un nuevo hermano en la familia? ¿Cuál es la situación familiar? ¿Ha visto u oído alguna cosa que no tocaba? ¿Sospecha de algún problema en la escuela?). Cualquiera de los elementos anteriores puede provocar un cierto estrés en el niño y manifestarse con estos episodios. Solemos ver con frecuencia en padres separados que el niño puede presentar comportamientos distintos en uno u otro lugar dependiendo de con quien esté. En todo caso, este tipo de situaciones, lo que hacen es ponernos de relieve que hay algún tipo de problema emocional en el niño y que deberemos atacarlo primero para solucionar el pipí después. Hay también niños, que en un momento dado, pueden volverse a hacer pipí durante el día. En estos casos, los factores emocionales, salvo enfermedad o problema fisiológico, suelen ser los causantes.
Cuando se trata de la enuresis primaria debemos centrarnos principalmente en los hábitos adquiridos. Puede ser que el niño haya crecido con los pañales y, por tanto, no hubiera tenido la necesidad de intentar controlar el pipí nocturno. Para los padres puede suponer un alivio momentáneo pero luego las cosas se complican cuando el niño se hace mayor y no se siente seguro al respecto y le condiciona las salidas, excursiones o colonias con sus compañeros.
Sea como fuere, un niño a partir de los 6 años debería visitar al pediatra y/o psicólogo infantil para tratar el problema. A continuación se exponen algunas pautas generales.
5- Pautas de ayuda:
Trate el problema con naturalidad y adaptada a la edad y circunstancias del niño.
Evite culpabilizar al niño pero sea constante en la exigencia de unos hábitos mínimos como el hacer pipí antes de acostarse, reducir ingesta de líquidos, cambiar la cama si la moja por la noche, etc.
Retire el pañal (en niños de + de 5-6 años) y coloque el protector del colchón. Explíquele que vamos a ayudarlo para que pronto consiga controlar el pipí. Procure mantener la calma si al niño le cuesta avanzar. Si nos ve nerviosos la cosa irá peor seguramente.
Sepa motivarle cuando vaya progresando y consiga algunas noches secas. Puede utilizar alguna estrategia de economía de fichas o sistema de premios.
Para ayudarle un buen sistema es el conocido "pipí stop". Se trata de un pequeño aparato que lleva un sensor que se coloca en el slip del niño y lo avisa cuando empieza a hacer pipí por la noche. De esta forma, el niño se despierta e intenta retenerlo e ir al baño. Tras varios días el niño va consiguiendo el control sobre el esfínter durante la noche.
No olvide, como hemos ya explicado, que la enuresis puede tener importantes factores de base emocional y psicológico. Por tanto, procure no dar una excesiva atención a estas conductas con demasiadas recriminaciones o explicaciones. No se trata de castigarlo. En estos casos, podemos mantener la calma al tiempo que el niño debe saber que tiene que cambiarse o hacer la cama de nuevo. Anímele siempre y dele confianza, pero también dedíquele más tiempo de atención y juego fuera de estos episodios ya que puede ser una de las causas del mantenimiento de estas conductas.
Procure hablar y jugar mucho con él. A través del juego es como los niños suelen indicarnos sus miedos o preocupaciones y a partir de aquí podemos detectar si hay algo en su entorno que le preocupa.
Si tiene dudas o no consigue avanzar en el problema no dude de visitar a un profesional.
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